En octubre de 2015, tuve el privilegio de formar parte del equipo pionero que dio vida al Centro de InnovaCXión (CIX) del Banco de Crédito del Perú (BCP). Como líder en agilidad y tecnología, me sumergí en la creación de nuevos productos, aplicando prácticas innovadoras como design thinking, frameworks ágiles, lean startup y otras. Uno de esos proyectos fue Wall-E, el segundo MVP del CIX, que al lanzarlo tomaría el nombre de Yape, la billetera digital más utilizada en el Perú.
Como todo proyecto innovador, el camino fue acelerado, estresante y agotador, pero inmensamente gratificante con el paso del tiempo. Aún atesoro muchos recuerdos, como los debates con Fernando Ma, el Product Owner de Yape, sobre los numerosos retos que enfrentamos durante las 16 semanas que tomó construir el MVP. También recuerdo con especial cariño la primera transferencia en Yape: cuando envié S/ 1.00 a Francisco López, mi mano derecha en tecnología, para confirmar que todo funcionaba correctamente. Desde ese momento, Yape ha experimentado innumerables transformaciones y se ha consolidado como un producto digital esencial para los peruanos.
Recuerdo con especial cariño la primera transferencia en Yape
Mi conexión con Yape adquiere un significado aún más profundo al considerar mis raíces. Mi familia materna es de Jauja, una pequeña pero histórica ciudad en el corazón del Perú, que alguna vez fue la primera capital del país. Pasé gran parte de mi infancia allí, acompañando a mi abuelo en sus labores como agricultor y en su emprendimiento de confección de fustanes para disfraces costumbristas. Tanto él como mi madre han dejado una huella indeleble en mi vida, moldeando quién soy tanto personal como profesionalmente.
Hace unas semanas, tras más de 11 años sin visitar la tierra de mis ancestros, regresé a Jauja por otros asuntos familiares. Aunque mi abuelo ya no está con nosotros, cada rincón de la ciudad me lo recordaba, evocando memorias muy emotivas. Pero lo que más me asombró fue descubrir que prácticamente toda la ciudad utilizaba Yape. Todas las tiendas ofrecían Yape como medio de pago, y yo mismo realicé muchas de mis compras a través de la aplicación.
Prácticamente todo Jauja utiliza Yape
Sentí una profunda emoción al ver cómo un producto en el que había trabajado desde cero impactaba de manera tan tangible en una ciudad pequeña pero llena de historia y significado personal para mí. Si mi abuelo estuviera vivo, no me cansaría de contarle una y otra vez cómo su nieto formó parte de esta innovación y cómo la bancarización y la tecnología están ayudando a ciudades como Jauja a progresar.
Uno nunca sabe cómo evolucionarán los proyectos tecnológicos en los que participa. En mi caso, cuando terminamos de construir el MVP, jamás imaginé que Yape se convertiría en lo que es hoy ni el impacto que tendría y seguirá teniendo en el Perú. Aunque ya no formo parte del BCP, siempre estaré agradecido por la oportunidad que me brindaron y me siento afortunado de haber sido parte de la creación del Centro de InnovaCXión.
Este viaje a Jauja me ha enseñado que la innovación no solo transforma industrias, sino que también puede tocar vidas de maneras profundas y personales. Mi experiencia con Yape y Jauja es un recordatorio de que el trabajo en tecnología puede trascender fronteras y tiempos, dejando un legado que conecta nuestro pasado con el futuro. Continuaré apoyando y celebrando las iniciativas que, como Yape, impulsan el progreso y mejoran la vida de las personas en todo el Perú.
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